miércoles, 19 de agosto de 2015

Islas Canarias: La danza de los delfines en el mar de La Palma


Aparecieron de improviso en la tarde. El océano azul transparente y en calma se salpicó de espuma y el aire de exclamaciones, gritos, risas, hasta los estómagos alterados recobraron su equilibrio al contemplar extasiados los saltos de los delfines, la gracia de sus movimientos surcando confiados las olas con la seguridad que da la libertad de desplazarse en el propio mar, compitiendo en velocidad con el barco, rodeándolo, apareciendo y desapareciendo en un simulado juego de escondite. Durante unas horas la vida fue solo eso, un arcoíris de saltos salpicados de espuma, una vibrante danza de luz y agua.

viernes, 17 de julio de 2015

En Jordania: Petra, la ciudad escondida


La culpa fue de Indiana Jones. Años más tarde cuando recorrí el Siq, el estrecho y sinuoso desfiladero de mas de un kilómetro de longitud surgido del poder de las fuerzas tectónicas que partieron la montaña en dos, la imagen de las columnas de una fachada de arenisca rosada excavada en la roca que vi por primera vez en  la película La Última Cruzada resonaba en mí con la misma fascinación de entonces.
La posibilidad de caminar por esa ciudad escondida entre montañas en el desierto de Jordania guió, como una brújula, mi destino hacia esas tierras.

miércoles, 10 de junio de 2015

En Madrid: Un jardín llamado Capricho


Me aproveché de los caprichos de la duquesa sin el menor pudor y sin pagar nada a cambio. Conozco a doña María Josefa de la Soledad  Alonso Pimentel, duquesa de Osuna, por el busto que su nieto Pedro Alcántara mandó colocar en el centro de la Exedra de las Esfinges  en la Plaza de los Emperadores dentro del jardín que ella misma hizo construir a finales del siglo XVIII en la parte posterior de su palacio. Dicen que fue mujer inteligente y culta, mecenas de artistas e intelectuales.
Paseando por este parque a la sombra de los pinos, cipreses, robles, cedros, tilos, acacias, escuchando el rumor del agua de las fuentes y manantiales y el ir y venir de pájaros y ardillas, yo, ciudadana del siglo XXI, me siento heredera de un pedazo de paraíso que no fue creado pensando en mí sino para deleite de nobles y reyes cuya memoria queda escrita en los libros de historia.

jueves, 30 de abril de 2015

En Nepal: un terremoto devastador


Tengo una foto en Patan apoyada en un templo que ya no existe. La mayoría de las construcciones de la Plaza Durbar de esta ciudad nepalí declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1979, son ahora escombros.
Tengo un vídeo grabado en Baktaphur bailando la ancestral Danza de Difuntos con gente que quizás esté muerta, herida o desaparecida. Dicen que el 80% de los templos de este histórico lugar están dañados o demolidos.

viernes, 27 de marzo de 2015

Por las calles de Madrid



Cuando vengas a Madrid, ándate con cuidado. Si en la plaza de San Ildelfonso tropiezas con la estudiante de mochila en la espalda y carpeta bajo el brazo, no le pidas perdón, no se va a molestar, la escultura en actitud de caminar se confunde con los transeúntes que atraviesan la plaza.
Si te encuentras perdido en la zona de Noviciado, no preguntes a la chica que con un libro en la mano se apoya despreocupada en el muro del Palacio Bauer en la calle del Pez. Esta estatua no habla. Sin embargo, encontrarás otras esculturas que te darán las gracias. En la Plaza Jacinto Benavente si das una moneda ¿Cuál de las dos figuras te lo agradecerá, la del barrendero empujando el cepillo o la del hombre con sombrero descansando sentado sobre una maleta?. A ti te toca descubrirlo.

sábado, 14 de febrero de 2015

Bután: El paraíso perdido en el Himalaya



La bendición me vino de golpe en el templo de Chimi Lhakhang en el valle de Punakha en Bután. Yo estaba sentada en el suelo con las piernas cruzadas simulando la postura del loto, hipnotizada por la pequeña escultura desnuda de  Drukpa Kunley, un budista tántrico que según la leyenda alcanzó la iluminación a través del sexo. Por el rabillo del ojo vi acercarse al joven monje de túnica roja y cabeza rapada y le sonreí y él, sin mediar palabra, golpeó mi cabeza con un arco y un enorme falo de madera que llevaba en la mano. Según me enteré después, esta impactante forma de bendición augura fortuna a quien la recibe.